lunes, 26 de septiembre de 2011

QUEREMOS SALIR EN LA FOTO


Fernando Abril Martorell, el gran valido de Suarez y Enrique Fuertes Quintana, el economista de la Transición, compartieron mesa y mantel en los consejos del primer gobierno de la democracia tras las elecciones del 15- J de 1977. Sin embargo, no puede decirse que fueran amigos, ni tan siquiera conocidos, más bien se odiaban entrañable y fraternalmente. Sin embargo, ambos hicieron posible una estrategia que permitió despegar a España de la situación de crisis económica que vivía desde 1973, el año que Carrero Blanco se fue a los cielos.
Abril Martorell fue el hombre pragmático, mientras que Fuertes Quintana dotó de contenidos al acuerdo que acabaría conociéndose como Los Pactos de la Moncloa, firmados por todos los partidos políticos el 25 de octubre y ratificados por el Parlamento cinco días después.
Fuertes Quintana eludió los malabarismos y fue directo al asunto: austeridad monetaria, reducción del déficit, devaluación de la peseta, control ante la evasión de capitales, reducciones salariales y despido libre con un límite del 5% de las plantillas. Estas medidas se acompañaban del correspondiente bálsamo sindical al plantearse una reforma fiscal que incidiría sobre las rentas más altas, así como la liberalización de las cajas y la materialización del estatuto de los Trabajadores. La clase empresarial y “el club de los siete” nunca se lo perdonaron y pronto se lo harían pagar.
Abril Martorell no estaba interesado en el contenido del documento, su preocupación era devolver credibilidad al país frente a los mercados internacionales. Perseguía escenificar la unión de todos los partidos en una tarea y un sacrificio común que haría desaparecer el fantasma de la incertidumbre y la suspensión de pagos. Lo logró y hubo luces y taquígrafos que dejaron constancia del hecho.
Los efectos de esta extraña “Compañía Audaz”, protagonizada por el teórico y el pragmático, no tardaron en llegar. Un año después, la inflación se reducía prácticamente un 50%, el déficit se equilibraba, la conflictividad laboral amainaba y se percibía una reactivación generalizada.
Los Pactos de la Moncloa fueron en lo económico lo que la Constitución fue en lo político en un momento en el que se necesitaba todo menos partidismos y estrategias centrifugas. No podemos olvidar algunos borrones en la redacción de la historia como es el caso de la liberalización de las cajas, medida buena en sí misma, pero que encerraba el huevo de la serpiente que acabó por eclosionar en 2010: el acceso de los partidos al gobierno de las cajas. Pero, en términos generales, los Pactos fueron el antídoto que el país necesitaba en una situación de miedo y parálisis.
Sería ingenuo suponer que unos nuevos Pactos acabarían con nuestra deplorable situación de la noche a la mañana por arte de birlibirloque. Nos debemos a los factores exógenos, a esa indecisa Europa que cabalga sobre el filo de la navaja, a los entrañables primos del otro lado de la mar océano, geniales genéticamente, pero frustrantemente manirrotos en sus previsiones y a otras muchas cosas más que deben cambiar profunda y definitivamente. Pero, al menos, seamos responsables con aquello que nos afecta y, de paso, quizás podamos abrir una vía de ejemplo para otros que, como nosotros, apenas ya si ven qué ocurre a dos metros.
No sabemos lo que ocurrirá el 20 de noviembre aunque algunos ya hayan encargado el convite. Pero tanto el señor Rubalcaba como Rajoy harían bien en buscarse a sus Martorell y Quintanas por si fuera el caso. Hemos perdido cuatro largos años contemplando la ruindad de la política. Asistimos indefensos al insulto, la descalificación y el oportunismo más descarnado. No pedimos mártires, victimas ni culpables. Sólo aspiramos a ejercer nuestro derecho al voto sobre personas responsables, dispuestas al consenso y el sacrificio. Queremos salir en la foto. Todos debemos estar en esa foto.

7 comentarios:

Fernando López dijo...

Hola José Luis:

Me gustan estos paseos por la historia y la memoria que nos ofreces. Lo que ya dudo es que a estas alturas del partido los políticos quieran jugar a un juego como el que hicieron en su día. me temo que se perderán otros cuatro años.

Un abrazo

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Me temo que esas escenas del pasado sólo son historia. Como hemos repetido muchas veces, el nivel de nuestros políticos no da más de si. Así que nos toca "ajo y agua".
En cualquier caso, desde mi modesta posición sí deseo que los culpables paguen. Me parecería que todavía queda un poco de dignidad en entre algunos poderosos.
En fin...
Un abrazo.

cristal00k dijo...

Viví esos tiempos muy de cerca, José Luis, formando parte activa de ese cambio, en un gabinete de RRPP contratado por UCD y tengo un gran recuerdo de algunos de los que nombras... Aún así, te diré que abandoné ese mundo de "motu propio" y bastante asqueada. La política y aledaños no es apta para estómagos delicados.

Pero no sé, amigo, creo que más allá de la bonanza de esas acertadas decisiones históricas, el momento, la situación y los protagonistas son otros...
Y la economía, en general, conlleva un factor de confianza en los diferentes agentes que la manejan, incluso en si misma, que hoy, a pesar de avances indudables y tecnologías incuestionables, se ha perdido.

Somos muchos, cada vez más los que creemos que estamos en un sistema agotado y sin alternativas viables a la vista. Va ser muy difícil generar esa confianza de nuevo, sobre todo en este mundo globalizado y con una extraña deriva que se "palpa" en el ambiente día a día... no hace falta ser un experto en economía para ver eso. Los Mercados, hoy dicen blanco y mañana negro y a quien beneficien esos vaivenes queda fuera de nuestro alcance. Mientras,la mano que mece esa cuna, es la que da de comer a los "partidos" ergo... algo huele a podrido en Dinamarca...

Y si todo lo que se les ocurre a nuestros economistas es"lo visto"(decrecer por enésima vez para volver a crecer e inflaccionar absurdamente de nuevo una vez más) yo no les daría, ya lo he dicho más veces, ni el dinero de la "cesta dela compra". Va costar lo suyo generar esa confianza y esa ilusión perdidas en esta vorágine y mucho más aún, encontrar líderes que la creen. Y en este último asunto roguemos a San Pito Pato no tropezarnos con el "anticristo"... que de todo hay en la viña del Señor.

En fin, será que hoy estoy pesimista, así que no me hagas mucho caso.

Caminante dijo...

Hola Fernando
Efectivamente, hay motivos para el pesismismo y muchos, pero no podemos dejarnos arrastrar aún más o el agujero será demasiado profundo.
Un saludo

Caminante dijo...

Hola Javier
Te comento lo mismo que a Javier...No se, me temo que se irán de rositas porque, al fin y al cabo, es la mano que mece la cuna como dice Cristal.
Cuidate

Caminante dijo...

Hola Cristal
Excelente el comentario, de hecho, es un post en un post...Más claro, agua...Necesitamos renacer y eso lleva su tiempo y duele, no creo que nosotros lo veamos...
Cuidate

B. Sanz dijo...

No me resigno....la resignacion es triste y la tristeza es negativa. No es el camino.

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