lunes, 28 de septiembre de 2009

EL MITO DE LA INNOVACIÓN (3)


A la vista de las observaciones y sospechas de mis dos post anteriores, la conclusión más evidente con respecto a la Innovación podría ser su naturaleza abstracta en el mejor de los casos. Pero puestos a ser extremos, también podríamos aventurar que se trata de un bluff o una moda pasajera. En cualquier caso, los indicios apuntan a una negación de la existencia real de la Innovación como fenómeno económico.
Sin jugar al oportunismo ocasional, diría que es una buena conclusión inicial, pero una percepción errónea desde un punto de vista histórico. En otras palabras, sí, pero no. ¿Cómo se come esto? Sencillo, entre pan y pan con un aderezo adecuado.
La innovación tal como se ha divulgado en los últimos años es como el holandés errante, está en todo sitio y lugar, pero nadie consigue un autógrafo. Ha sido puta por rastrojo con perdón del respetable, útil para un roto y un remiendo y tremebundamente tecnológica al no encontrar otro mecenas de ocasión. Ha sido objeto del deseo, pero como suele ocurrir en estos casos, virgen y mártir como corresponde a todo fenómeno mediático. Ha tenido más eco que una instantánea de una grande de España en tanga y a lo loco. Fuegos de artificio y canalla política, aulas rimbombantes y jornadas world meeting point. En fin, un desatino felliniano con ciertos toques berlanguianos disfrazado de drama sueco. En estos términos, efectivamente, la innovación ha sido un bluff, una tendencia que la crisis se ha encargado de desenmascarar y enviar al cementerio de los elefantes para que repose junto a la reingeniería y otras invenciones.
Pero la Innovación ha existido, existe y continuará existiendo, mal que pese a algunos advenedizos. Pero de ella hablaremos en nuestra próxima entrega.

1 comentario:

Fran Rojo dijo...

La carga de trabajo tras el casorio y posterior viaje era importante pero hoy he madrugado como de costumbre y antes de iniciar una reunión en media hora me he leído los tres capítulo de la innovación.

Después de tantos tumbos como describes de la infortunada innovación no me parece los peores brazos los del mecenas tecnológico para caerse.

Saludos JL, nos leemos. Fran

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