jueves, 5 de noviembre de 2009

DIOS ESTÁ EN LOS DETALLES


Dios está en los detalles, decía Mihes van der Rohe, uno de mis arquitectos de culto. Hace quince días me acordaba de esta frase mientras esperaba a embarcar en mi vuelo desde la impresionante nueva terminal de BCN. La ocurrencia surgió después de observar a todo un ejercito de empleados de la contrata de limpieza corriendo de un lado a otro con cubos de plástico intentando detener las decenas de goteras surgidas como consecuencia de un chaparrón memorable.
Todas las organizaciones, en mayor o menor medida, tienen que hacer frente a sus goteras recurrentes. Es un proceso natural, como la vida misma. Y para ello cuentan con sus políticas de calidad, mejora, sugerencias, innovación y demás arsenales . Sin embargo, la cosa puede pasar a mayores cuando las goteras dejan paso a auténticas ramblas ocasionales que acaban por convertirse en torrentes regulares, “señas de identidad encubiertas”, es decir no visibles, pero no por ello menos reales.
Esto es lo que he tenido el dudoso honor de constatar en una de las grandes corporaciones españolas cuyo nombre no citaré, pero que se ubica en el sector energético. Como es natural en una corporación de este tipo, los procesos de I+D+ i son consustanciales a su naturaleza. De hecho, entre sus valores corporativo – profesionales, la innovación ocupa un lugar destacado. Quizás esto explique el ejercito creciente de investigadores que tiene en sus filas, generando proyectos que se cuentan por cientos anualmente aunque, en términos de ejecución, eficacia, eficiencia y efectividad, son tan sólo algunas decenas los que sobreviven. Alguien podrá pensar que esta es una ecuación lógica en innovación atendiendo al principio de alternativa múltiple. Pero no hablamos de ideas o alternativas, sino de proyectos firmes que arrastran sus consiguientes recursos financieros.
Mal asunto, ¿verdad? Pero todavía se complica más si consideramos que esta misma corporación se caracteriza por su bajo nivel de inversión en despliegue de sistemas integrales de gestión de la investigación y la innovación. En una palabra, aquello parece más bien una casa de locos y uno tiene la impresión de que Jerry Lewis puede aparecer en cualquier momento con su bata blanca y sus gafas desencajadas en su papel de profesor chiflado.
El discurrir de la corporación no es malo en sí mismo, sus resultados anuales son positivos y su presidente acostumbra a aparecer en los medios especializados dando consejos bíblicos a diestro y siniestro. Pero, en estos casos, la pregunta clave no es lo que la corporación hace, sino lo que realmente podría hacer y no hace.
Dios está en los detalles.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No se por qué me suena a Repsol, ¿a qué sí?
Joaquim

Caminante dijo...

la discrección es el arte de sugerir querido amigo
Saludos

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