martes, 17 de noviembre de 2009

DIRECTIVOS BAJO PRESIÓN


Hay quienes disfrutan trabajando bajo presión aunque sinceramente, quien suscribe, no podría jamás acostumbrarse. Trabajar bajo presión no significa necesariamente una garantía de éxito, al menos a largo plazo. Sin embargo, es lo que abunda en el desolador panorama del management nacional. Resultados a corto plazo, costes reducidos aunque no siempre a costa de una mayor eficacia y eficiencia, acción por reacción, carrera hacia adelante tras el gazapo y ausencia total de tiempo y voluntad para detenerse por un instante y preguntarse aquello de a dónde quiero ir. En el argot cañí de los mediadores de innovación, los llamamos “apagafuegos” y en este país existen tantos como pirómanos.
Las razones de nuestro posicionamiento general en la carrera de la competitividad, la prosperidad y, en definitiva, la excelencia, son múltiples y de todo tipo y naturaleza. Desde tiempos de Góngora, pasando por Costa, el común de los españolitos tiene casi siempre la impresión de participar en una competición en la que siempre debe mirar hacia delante porque por detrás no sigue nadie. Para colmo de males, periódicamente descubre que sus rivales calzan unas zapatillas de última generación o se aprovisionan con un líquido milagroso que les lleva en volandas. Es entonces cuando el fatalismo les invade y ni el populista de turno consigue animarles con aquello de somos la leche en verso.
Desde hace algo más de un año, nos encontramos en ese lapso fatalista de autocompasión acelerada. Y, una vez más, optamos por la resistencia numantina a la espera de que otros nos saquen las castañas del fuego en el que nos negamos a inmolarnos aunque lo tendríamos más que bien merecido. Trabajamos para sobrevivir sin pararnos a pensar que quien encabeza la carrera algún día tuvo que salir del pelotón demarrando con convicción y asumiendo riesgos que hacen grandes a las personas y a las empresas. Sin retos y desafíos no hay futuro. Pero estos nunca pueden consistir exclusivamente en defender el castillo, mantener contento al accionista y lograr una cuenta de resultados que, al menos, no presente un dudoso carmesí.
Pero no se preocupen, no todo el campo es orégano y algo más que paellas revenidas se hace en este país. Tenemos empresas, medianas y grandes que están asumiendo el riesgo no sólo de sobrevivir, sino también de apostar por el futuro. Personalmente tengo la fortuna de estar ayudando a algunas de ellas en el desafió. Son las elegidas, quizás no todas, pero sí un buen número de ellas. Las elegidas para salir no sólo fortalecidas de esta situación, sino también ocupando nuevos puestos más avanzados en la carrera. Y se lo merecen porque saben hacer algo más que trabajar bajo presión y apagar fuegos aquí y allí mostrándose duros y agresivos. Pero no lo olviden, la agresividad es el recurso del idiota.
Que ustedes lo pasen la mar de bien.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupendo! Duro, pero real, tremendamente real. Enhorabuena!
AG

Anónimo dijo...

Coincido, un post mjy bueno. Retrata perfectamente el espíritu de nuestros CEOs.
Glory

Anónimo dijo...

Soy uno de esos directivos bajo presión y aunque puedo coincidir en el fondo, lo cierto es que es lo que hay y o actuas así o a la empresa esta que creado Zapatero con millones de gente. Es la vida que es muy dura.
Un saludo
GCL

bernardo dijo...

Muy interesante aunque yo pienso que el EJECUTIVO es o deberá ser EJECUTOR por lo tanto también habría que pensar en la responsabilidad de los accionistas por arriba y del propio equipo de colaboradores (al lado que no por abajo) que siempre exigimos LIDERAZGO a nuestro lider ... pero que cumpla nuestras expectativas personales
(dejo aparte el mercado)


COMO ESTOY BAJO PRESION LO ELIMINE SIN QUERER
BL

Caminante dijo...

Ciertamente tienes razón, hay más actores aunque en muchas ocasiones el directivo ni lo intenta.
Gracias por tu comentario

Anónimo dijo...

De momento sobrevivinmos efectivamente, pero no es poco aunque efectivamente vamos a salir de esta peor de lo que entramos, pero es la tendencia general. Aunque ciertamente, en ocasiones, no seguimos las oportunidades que, al fin y al cabo, tampoco suponen grandes desviaciones o riesgos. Practicamente me siento un tendero contando los kilos de garbanzos que llevo vendidos.
Ricardo

Anónimo dijo...

Cierto hasta la última coma

Sofía Gazo dijo...

Acertadísimo, como todos tus post.

Quisiera añadir además, que (al contrario del fuego que nunca se propaga hacia abajo) el espíritu del "apagafuegos" suele además transmitirse hacia abajo en la organización.

Si unimos la presión de los resultados a corto plazo, con el "apagafueguismo" aprendido y fomentado desde la dirección y con la falta de comunicación (tan habitual) en la organización, los y las colaboradores/as, equipo técnico, o como quiera que se nos denomine, a veces (al menos yo particularmente) no encontramos en la siguiente circunstancia:

Cada día nos ponemos nuestro traje de bomberos (el de chaqueta, se entiende) nos tiznamos la cara apagando "algo" que está en llamas, pero:

1. No sabes "qué" se está quemando.
2. No sabes "por qué" se está quemando.
3. No sabes “para qué” tienes que apagarlo.

Y lo peor, piensas nadie en tu empresa, ni siquiera la dirección, tiene la respuesta a esas preguntas.

Como bien decía Ricardo “me siento un tendero contando kilos de garbanzos”.

Caminante dijo...

Hola Sofia
Gracia spor tu visita, cuanto tiempo, espero que todo siga bien.
Cuidate

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