miércoles, 2 de diciembre de 2009

EL MARTILLO Y EL CLAVO


La incertidumbre es el umbral del progreso, el estado de inconsciencia que precede a la decisión inteligente. Pero la incertidumbre también puede dar paso al miedo que paraliza y reactiva nuestros temores más atávicos
La incertidumbre, como portal del cambio, debe dar paso a la equilibrada combinación de curiosidad, osadía y aceptación del riesgo que, finalmente, la convierte en oportunidad. Demasiada complejidad emocional para que cualquiera pueda superar con éxito el desafío.
Nuestro querido presidente del gobierno jugó durante meses con la incertidumbre de la crisis para finalmente, a regañadientes, admitir su existencia. Demasiados titubeos para conseguir superar el umbral. Después de aquello, lejos de aceptar el riesgo, recurrió a las viejas formulas que no hacen sino prolongar la agonía de un modelo acabado.
La historia se repite, al menos eso decían los griegos. Esta vez le ha tocado el turno a la reforma del mercado de trabajo. La negación por principio le ha acompañado una vez más, pero se vislumbra de nuevo el momento de la aceptación. Tan solo queda la duda de si, una vez más, abrirá los dos grifos a la vez para, lejos de obtener agua caliente o fría, quedarse en la insoportable levedad de la templada.
Pero no crean que esto ocurre por ser él quien es. Elijan a un “líder” de los actuales partidos políticos, concédale el oscuro objeto del poder y obtendrán los mismos resultados. Para hacer cosas diferentes, hay que ser diferente y eso, en política sobre todo, concita el pánico.
Dicen los japoneses que si un clavo despunta, tiene asegurado un martillazo. Puede ser cierto, pero yo prefiero enfocarlo desde otra óptica: si un clavo despunta es la oportunidad de levantar la madera.
Que les vaya bonito.

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