jueves, 27 de octubre de 2011

TRAMA, NUDO Y DESENLACE


A estas alturas, no resulta difícil comprender la trama, pero es complejo explicar el nudo y, más aún, adelantar el desenlace. Pese a todo, la “crisis de España” continua siendo objeto de análisis, discusión, autopsia y predicción de Vigo a Algeciras pasando por Soria y Guadalajara. Poco más hay que explicar que no se sepa ya, aparte de lo mucho que se quiere ocultar. Sin embargo, la complejidad casi siempre resulta fruto de la incomprensión o, al menos, es expresión de ausencia de voluntad para afrontar los hechos y encarar retos y soluciones cuando no de la simple impotencia y resignación.

En todos los acercamientos al fenómeno, se echa en falta un análisis elemental, fundamentado, no tanto en los hechos, sino más bien en las causas. No quiere decir esto que se hayan obviado, pero sí centrado de forma abusiva en aquellas que resultan más superficiales. En otras palabras, necesitamos una reflexión en torno a la categorización de las causas que nos han conducido a este laberinto. Sólo así podremos tomar decisiones de futuro acertadas que nos permitan evitar recaídas endémicas. De poco serviría que mañana, por arte de magia o de la divina providencia, asistiéramos a una reactivación general que nos situara, de nuevo, en el camino del crecimiento y la prosperidad sin antes haber resuelto nuestras deudas históricas. Sería cuestión de tiempo volver a las andadas.

Una ráfaga de viento huracanado podría provocar un ligero temblor en una estructura, pero nunca conseguiría tirarla abajo, a no ser claro que la podredumbre se hubiera apoderado de ella en un largo proceso anterior. Sin embargo, cuando ocurre, recurrimos a la ráfaga de viento en esa reacción inevitable que se produce por efecto del binomio acción – reacción.

Desligar la actual situación económica de España de los sucesos desencadenados a partir de la debacle financiera norteamericana sería absurdo. Pero resulta igual de esperpéntico intentar escabullir el bulto amparándose en un fenómeno global. España hubiera llegado al abismo con o sin crisis general. Tan sólo se han abreviado los tiempos.

De igual forma, centrarse en la burbuja inmobiliaria como principal culpable de todos nuestros males resulta un error de bulto, cuando no una miopía intencionada. El descalabro del ladrillo ha sido una de las últimas gotas que han colmado el vaso, pero debemos centrarnos en el goteo que ha conseguido llenarlo.

En otras palabras, un fenómeno complejo siempre encierra dos tipos de causas, genéricas y específicas. Estas últimas, siempre resultan más visibles y evidentes. Sin embargo, rara vez explican de forma convincente el suceso. Mucho ruido y pocas nueces. Si usted pregunta a un ciudadano medianamente instruido cuál fue la causa de la Primera Guerra Mundial, tiene muchas posibilidades de que la respuesta haga referencia a “un asesinato de un príncipe o algo así en Sarajevo”. La gota que colma el vaso, mucho ruido y pocas nueces. Pero, a poco que profundicemos, llegaremos a la conclusión de que semejante desastre no pudo estar ocasionado por un magnicidio, a no ser claro que afirmemos la ausencia total de inteligencia de todo un continente. Apaga y vámonos.

Algo similar está ocurriendo con el estado de las cosas en España. Primero recurrimos a la gota ajena, la crisis global, después nos refugiamos en la bondad justificativa de la especulación inmobiliaria, pasamos por la consabida culpabilidad del banquero golfante para acabar amparándonos en la deriva continental. Mientras tanto, el oxido continua extendiéndose lenta y silenciosamente por el conjunto de la estructura. La última ráfaga de viento la ha tumbado. Procederemos a apuntalar el conjunto, pero en el futuro, no será necesario un temporal para echarla definitivamente abajo.

Las causas específicas no deben descartarse, casi siempre guían la primera toma de decisiones y las acciones que la acompañan. Acción – Reacción. Pero, después de este impulso inicial, es necesaria y urgente una reflexión más profunda que nos lleve a profundizar en el análisis y comprensión del fenómeno hasta llegar a descubrir sus causas últimas. Las causas genéricas nunca han sido populares. Rara vez son claramente visualizables, operan por igual en episodios críticos como en momentos de bonanza y estabilidad. Son el oxido que trabaja de forma silenciosa, pero incansable.

En el caso particular de España, la identificación de las causas genéricas no es el problema. La cuestión radica en reconocerlas y asumirlas, paso obligado antes de intentar reconducirlas. Y en ello llevamos una eternidad. Algunas de ellas son tan viejas y conocidas que se han acabado convirtiendo en un tópico nacional. Pero los tópicos son, entre otras cosas, una conocida estrategia para escabullir el bulto, una vez más. Son nuestros pecados mortales más íntimos, aquellos que nos cuesta confesar recurriendo a los veniales para pasar el tramite en busca de la absolución. Enumerarlos no resulta complejo, explicarlos tampoco aunque se necesita espacio y tiempo. Quizás en otro momento y ocasión. No se dejen engañar por los tópicos y los lugares comunes. Son reales y los verdaderos culpables aunque rara vez son juzgados por su magnitud. Si robas un melón, acabarás entre rejas. Si robas mil melones, es difícil que te ocurra algo. En cualquier caso, aquí están…

· LA COMPLEJIDAD DE ESPAÑA

Es preferible no pensar en ella, pero ahí sigue. La Transición, la Democracia, la España de las Autonomías, La Monarquía y el Consenso nos permitieron salir adelante treinta años atrás y merece su reconocimiento. Pero, hoy en día, es un lastre de difícil digestión. Tarde o temprano deberemos afrontar la realidad, la compleja realidad. Un estado centralista no conduce a ninguna parte, independencias calculadas nos dirigen al abismo, pero la actual estructura autonómica es inviable.

· LA EDUCACIÓN

Un tópico político, una evidencia negada, una de nuestras mayores deudas. No es necesario recurrir a informes estadísticos continentales, ni a tops de excelencia universitaria. En este país la Educación ha sido y es un puro tramite. Se enseña a conocer y se arrincona el pensar. Se clama por la igualdad y la comprensividad mientras se condena a la mediocridad. Sin Educación para el Futuro no hay porvenir y en este país educamos como en el pasado para apurar el presente.

· LA MORAL

El derecho a una prestación por desempleo tiene como contrapartida el deber de ser el mejor en tu trabajo. El derecho a opinar tiene como contrapartida el deber de respetar. El derecho a divertirse tiene como contrapartida el deber de dejar dormir al prójimo. El derecho a informar tiene como contrapartida el deber de no manipular.

Los derechos sin deberes nos conducen a la ausencia total de inteligencia. Nos diluyen como sociedad. Nos degradan como personas libres pero no responsables de nuestros actos. Nos convierten en victimas de la manipulación y el adormecimiento. Nos han comprado con la libertad para convertirnos en esclavos de la mediocridad.

Estas y no otras son las causas genéricas que nos resulta difícil asumir. Llevan ahí mucho tiempo, tanto que han acabado por convertirse en molestias soportables antes que en problemas que puedan enfrentarse.

Con toda seguridad, echarán en falta a políticos y banqueros. No me he olvidado de ellos. Pero no son causa, sino agentes aceleradores de la corrosión y el desplome y, como tales, se les debe pedir responsabilidades sin caer en la trampa de declararles simplemente culpables. No han hecho otra cosa que precipitar el desenlace aunque han aumentado su pecado aduciendo ignorancia.

· LOS POLÍTICOS

Treinta años atrás, España recuperó la actividad política en un contexto de democracia efectiva. Debemos felicitarnos por ello, pero debiéramos dejar de justificarnos con ello. Las corruptelas existen, pero no son el mayor de los problemas. Los partidos políticos han acabado convirtiéndose en estructuras endogámicas que anteponen la llegada al poder y su continuidad a cualquier otra cosa. No se han desprofesionalizado, más bien no han acabado de adquirir un rigor profesional mínimo. Iniciaron el camino de la dependencia financiera con el error fatal de Felipe González y el referéndum de la OTAN y jamás han conseguido dar macha atrás en un proceso que los ha limitado y condenado. Se felicitan de un turnismo que garantiza estabilidad cuando, en realidad, asegura continuidad.

· LA ESTRUCTURA FINANCIERA

Este país ha tenido el modelo económico que los bancos han decidido. El Club de los Siete tembló ante fenómenos ajenos como Sánchez Asiaín, contempló atónito el monopoly de Conde y acabó sucumbiendo al hosco management de Botín. La historia de la banca en este país es un folletín por entregas amargo de digerir, pero que deja entrever un caciquismo económico que nos ha acabado conduciendo a este callejón sin salida.

Vivimos tiempos de Frontera.

La Frontera es el lugar donde todo está hecho y todo está por crear. Un lugar que tan sólo se alcanza después de triunfar y que sólo exige volver a soñar, imaginar, idear y crear.
Las creencias, los estados, las culturas, los sistemas económicos, todo aquello que tienen a las personas como protagonistas han nacido en una frontera e inevitablemente tienen que volver a ella. Cuando esto ocurre, la incertidumbre se impone por encima de las seguridades forjadas durante años. Muchos son los que reaccionan negando la evidencia. Muchos más se sienten desorientados y paralizados. Pero, siempre surgen los fronterizos, personas que traspasan la línea que esconde el horizonte buscando nuevas respuestas y, por encima de todo, un futuro posible.

Ser pesimista en los tiempos que corren no conduce a nada, pero ser optimista por el artículo treinta y tres resulta simplemente suicida. Voluntarismo, posibilismo y un profundo sentido crítico, pero responsable es lo que necesitamos. La indignación es una acción – reacción más. No podemos quedarnos en ella.

Es más que posible que necesitemos nuevos partidos políticos, nuevas estructuras de articulación territorial, nuevos paradigmas sociales, una gran renovación educativa, una profunda regeneración moral y una seria reflexión sobre cómo queremos vivir juntos en el futuro. Un camino largo y repleto de sufrimiento y sacrificios, pero una tarea posible.

La disyuntiva es simple. Nos atrevemos a afrontar nuestro pasado y convertirlo en oportunidad de futuro o dejamos que nuestros hijos se encuentren en la misma encrucijada cuando nosotros seamos simples recuerdos.

Conocemos el nudo, padecemos la trama, luchemos por el desenlace.

6 comentarios:

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Pues no dices nada. Nada menos que "...necesitemos nuevos partidos políticos, nuevas estructuras de articulación territorial..." O sea una nueva transición, pero esta vez no sólo política, sino también social. Pero sí, totalmente necesaria.
Estoy contigo.
Un abrazo

Caminante dijo...

Javier
Efectivamente, una refundación en toda regla y, todo lo demás, son apaños.
Ya sacamos adelante una...¿por qué no otra?
Cuidate

Lidya dijo...

¡Efectivamente! Los que hemos tenido la suerte de tenerte como profesor,sabemos que convirtiendo los problemas en molestias los perpetuamos.Evidentemente este modelo así no funciona.Se aborda continuamente lo urgente y se arrincona lo importante. Ya ni "pan y circo" sino circo directamente y los actores principales son lamentables. Pensemos primero, saquemos consecuencias y pongámonos manos a la obra. No es fácil pero no nos queda otra.
Saludos

Caminante dijo...

Hola Lydia
Gracias por la visita y el piropo...pero es puro sentido común. Efectivamente, ya ni circo....
Besos

Fernando López dijo...

Cuando se lee algo de la historia de España (no lo que nos enseñaron en el colegio) uno descubre que podemos ser capaces de lo mejor y de lo peor, pero al final, por no sé que extraña razón, bueno sí (la envidia, la pereza, la soberbia, la gula, la ira etc) nos transforma en gente reactiva pero no reflexiva que tiende a al individualismo o a "barrer para casa" y el último que llegué que se fastidie... Todos los puntos que tocas necesitan un buen cambio para cambiar la situación. Pero me da, que de valentía y voluntades estamos justitos. Eso si, de excusas siempre vamos sobrados.

Tiempos de frontera. Un abrazo

Caminante dijo...

Hola Fernando
Sí la historia de este país es "curiosa" por definirla de alguna manera. Nos unimos cuando hay un reto y nos "centrifugamos" cuando mejor las pintan....
Cuidate

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