Javier C., cincuenta y tres años, casado, dos
hijos, estudios universitarios y un master en una acreditada escuela de
negocios. Comenzó trabajando en una mediana empresa especializada en
componentes eléctricos; posteriormente se incorporó a una empresa tecnológica
donde llegó a ser director de compras para finalmente incorporarse a la filial
de una multinacional como alto directivo. Situación actual: oportunista o lo
que es lo mismo, autónomo dependiente del trabajo que otros le ofrecen periódicamente.
Perspectivas de futuro: apenas, salvo sobrevivir como buenamente se pueda hasta
que llegue el momento de la jubilación si es que para entonces existe.
No es un caso cualquiera, simplemente es “el caso”,
el paradigma socio laboral dominante en un país que parece una sala de cine en
la que se proyecta Más dura será la caída,
aquella pequeña joya protagonizada por Humphrey Bogart en los años cincuenta.
Para quien no la recuerda o simplemente no había nacido, puedo resumir la trama
argumental en pocas palabras: Eddie Willis (Humphrey Bogart), un veterano
periodista es contratado como agente de prensa por Nick Benko (Rod Steiger), un
hombre sin escrúpulos, para que consiga hacer famoso a Toro Moreno, un armario
de boxeador, pero torpe y lento, a quien hacen creer que es gran campeón a base
de amañar los combates.
La crisis, como acostumbran a llamar al
descubrimiento del milagro amañado, ha dejado muchos Toro Moreno en este país,
demasiados. Personas acorraladas contra las cuerdas, incapaces de asimilar
tanto golpe inesperado, se retiran una y otra vez a su rincón donde escuchan a
su promotor anunciar la resurrección de las almas a cambio de sacrificio y
austeridad para acabar regresando al ring con la única esperanza de poder
regresar al rincón al final del asalto.
En un pasado no muy lejano, existió en este país
mucho talento en potencia, pero también surgieron cientos de Benkos que
acabaron por ahogarlo en un océano que prometía ser azul y se torno rojo.
También existieron muchos Willis, fervorosos creyentes del milagro que lo
anunciaron aquí y allá en un derroche de encounters,
happenings y toda suerte de “eventos”
bautizados con siglas incomprensibles que nadie comprendía muy bien, pero que
anunciaban modernidad y progreso.
Ahora ya sólo quedan los Toro Moreno deambulando
como caminantes en un futuro cuya
única certidumbre es la incertidumbre. Los Benkos hace tiempo que se esfumaron,
algunos rezagados duermen su pillaje en alguna celda a la espera de
disfrutarlo, otros entran y salen de los juzgados con paso apretado aunque no
tanto como sus trajes, camisas y corbatas de a dos mil por pieza, mientras los
Willis apenas ya si escriben de esto convertido en aquello, no porque no
quieran, sino porque ya no creen en ello.
Aquella vieja película de Bogart se ha
transformado en un disparate felliniano en el que nuestro Javier C. Se ha
transformado por arte de magia en una Giullieta de los Espíritus, condenado a
recordar lo que pudo ser y no fue.
2 comentarios:
Cuanto me gusta leerte y si es después de un tiempo de abstinencia, mucho más :-)
Un fuerte abrazo, amigo.
Gracias Javier
La verdad es que el post explica el desengaño :)
Cuidate
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