viernes, 20 de marzo de 2009

I FEEL GOOD


Esta ha sido una semana extraña, he recibido dos ofertas de trabajo y he rechazado ambas y, lejos de sentirme preocupado, tatareo feliz aquello de I feel good aunque no llegue al intimismo de John Lee Hooker.
La primera de las ofertas no tenía mayor misterio y fue fácil agradecer el interés pero declinarla cortésmente. Sin embargo, la segunda es de esas que llamamos la oportunidad de tu vida. Una retribución desorbitada, un plan profesional envidiable, unas condiciones complementarias inimaginables y, sin embargo, tampoco me llevó mucho tiempo rechazarla, cortésmente por supuesto. No, no he acabado de perder el poco seso que me queda o, al menos, eso espero.
¿Dónde estaba el pero? Porque, por supuesto, había un pero.
El ofertante era el gran pero. Multinacional donde las haya. Seguramente hasta contribuyó a la generación del concepto. Poderosa, sin problemas aparentes, dominando un sector que apenas se verá afectado por la tormenta.
Entonces, ¿dónde esta el problema?
El problema está en la cultura y antecedentes de la susodicha. No, no voy a revelar su nombre porque, como ustedes comprenderán, no es el caso. Pero sí les diré que siempre ha estado unida a los vaivenes políticos de Sudamérica, más bien diría que ha sido sujeto activo de esos vaivenes por llamarlos de alguna forma. También ha estado presente en algunos extraños sucesos en el Sudeste Asiático. En fin, no me pidan más pistas porque creo que no son necesarias.
En la vida de cada persona, siempre acaban llegando momentos cruciales, yo les llamó encrucijadas. Momentos en que uno debe decidir si continuar con su plan o acabar por plegarse a la seguridad de la renuncia. En mi caso, ya he pasado por algunos de esos cruces de caminos en los que todos están señalados menos uno y siempre he acabado por tomar este último. Hacer lo contrario, sería como traicionar la confianza que uno ha depositado en sí mismo, en sus sueños y normas de vida.
La Vida está para explorarla porque le pertenece a uno mismo. Renunciar a esta aventura es aceptar vivir la vida que otros han decidido por ti. No es un camino fácil y no pasa necesariamente por volverse hippie y acabar en una cueva ibicenca, eso son leyendas urbanas. Tampoco es necesario hacerse activista de la causa verde o ingresar en las guerrillas urbanas en defensa de la libertad de expresión en los bateres públicos. Mucho menos aun es necesario tornarse vegetariano o no probar el Wilkie irlandés. En definitiva, se trata de no traicionarse uno mismo.
Como les decía, I feel good, pero que muy good.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnifique! Interesantes las propuestas,
y, sobre todo,
envidiable la respuesta.
Yo de mayor quiero ser como tú.
Bejondeizula.
Joxan O.

echar un remiendu dijo...

Jolín!
Enhorabuena, te pediré consejo cuando pase por unas de esas encrucijadas...

Pues ala!! a seguir pa alante con esas ideas, pero desde luego que ese tipo de cosas hacen que a uno se le suba el autoestima!

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