lunes, 30 de marzo de 2009

INNOTURISMO RURAL


La Innovación puede desarrollarse en base a una necesidad inmediata o a partir de la convicción de una organización en sus propias potencialidades para generar valor de futuro. En el primer caso, los resultados pueden ser positivos pero de consecuencias limitadas en el tiempo y el espacio. Sin embargo cuando se desarrolla un proceso de cambio basado en la convicción, los resultados no sólo trascienden a la innovación puntual, sino que también encuentran repercusión y replica como consecuencia de la generación de un escenario de negocio totalmente nuevo. Esto es lo que acostumbramos a llamar Innovación Estratégica.
La actual situación económica por la que atraviesa España obligará a muchas empresas y organizaciones a desarrollar procesos de innovación localizada como estrategia de supervivencia. Pero, por encima de la necesidad, es el momento idóneo para la Innovación Estratégica.
Por supuesto, son muchos los sectores que pueden estar llamados a iniciar este camino. En post anteriores he señalado el caso de la industria alimentaria, el sector energético, la biomedicina y, por supuesto el turismo. Pero, dentro de este último sector, quisiera llamar la atención del nicho específico del turismo rural.
El Turismo Rural cobra fuerza en España en la década de los ochenta como alternativa al clásico “sol y playa” y complemento de la actividad agropecuaria. Desde entonces su crecimiento ha sido espectacular en la casi totalidad de las CCAA que han sabido conjugar una formula estándar con las características específicas de cada una de ellas. Así, por ejemplo, el turismo rural balear es un turismo “interior” y basado en una oferta de muy alta calidad y precio. Programas como el Leader I – II acabaron de ayudar al despliegue generalizado. Sin embargo, 2008 se ha cerrado por vez primera con un saldo negativo en términos globales y las previsiones para 2009 no son mucho mejores al tratarse de un nicho de actividad especializado fundamentalmente en el cliente interno y urbanita, es decir español y con una tasa de ocupación limitada. Lo que se conocen como “escapadas”.
Este panorama parece indicar que no está el horno para bollos. Pero, en realidad, está para eso y mucho más, hasta tartas de alto copete. En otras palabras, es el momento de desarrollar un cambio estructural profundo que conduzca a un nuevo escenario de negocio, no sólo como salida inmediata a la crisis del sector, sino fundamentalmente como valor de futuro a medio plazo. Y todo ello por la situación del cliente habitual, es decir el españolito medio que, aunque parezca que no está para demasiados ruidos, intentará darse algún tipo de alegría o “compensación urbana” no solamente este año, sino también, al menos, los próximos cinco o seis.
Por tanto, no es el momento de articular medidas “ingeniosas” que permitan resistir, sino la situación ideal para iniciar procesos de prospectiva que permitan construir escenarios de futuro y determinen, en consecuencia, las acciones estratégicas a desarrollar en los próximos años. Y, todo ello, no solamente desde el ámbito autonómico, sino también fundamentalmente local y, mejor aún, comarcal.
Quien escribe es un enamorado de este tipo de turismo o, mejor aún, cultura del tiempo libre que conoce multitud de establecimientos de todo tipo, sobre todo en la franja norte. Pero evidentemente no soy un experto del negocio aunque como mediador en Innovación Estratégica me atrevo a aventurar algunos consejos.
En primer lugar, es importante olvidar la “necesidad inmediata” que sólo puede conducir al oportunismo, los parches y la ligera modificación de un modelo que necesita cambiar. Hay que pensar en términos de Futuro y poniéndose como objetivo el desarrollo de un nuevo escenario.
En segundo lugar, hay que evitar caer en algunos de los vicios adquiridos en los últimos años. El intrusismo ha sido mal compañero. Cuento con muchas anécdotas de casas y hoteles rurales “con encanto” regentados por urbanitas exiliados que han confundido sus deseos de escapar de la monotonía con el chollo de un trabajo en el que no hay que trabajar, basta con ser “majo”. La baja cualificación profesional ha sido otra de las “no conformidades” del sector. Nadie duda que, en muchos casos, esta actividad ha sido el complemento ideal para unos ingresos agropecuarios parcos, pero la complementariedad no puede explicar ni justificar la baja calidad del servicio. Por último, la catalogación del cliente de forma limitada ha perjudicado notablemente la evolución de un sector que, de partida, debiera ser punta de innovación en este país. Existirán muchos otros factores que podrían definirse con claridad en un proceso de prospectiva previo a la construcción de escenarios de futuro, pero me limito a lo que conozco que, seguramente, será lo superficial.
En tercer lugar, a la espera de un análisis estratégico más específico y a los condicionamientos concretos de cada lugar, me atrevería a formular algunas recomendaciones de partida.
• INTERFLUJO: el nuevo modelo debiera construirse a partir de un escenario global de carácter comarcal al menos. Deberían evitarse los proyectos locales y, más aún, las iniciativas particulares que no harían sino imposibilitar la construcción de un escenario generador de valor comunitario.
• DIVERSIDAD: el nuevo modelo debería generar una oferta diseñada con carácter global, pero dotada de especificaciones estacionales, básicamente centradas en dos periodos, el estival y el resto del año.
• INVERSIÓN: el nuevo modelo debe partir de la existencia comprobada de una oportunidad como es el bajo nivel de consumo actual que ha hecho desaparecer a ese “turista universal” que era el españolito en las dos últimas décadas. Pero debiera evitarse confundir oportunidad con saldos de medio pelo. No hablamos de aprovechar la situación para ofertar vacaciones de bajo presupuesto. Hablamos de trabajar con la oportunidad que se nos brinda para configurar un nuevo modelo basado en una oferta ambiciosa que vaya más allá de la escapada ocasional o del turismo familiar. Un Turismo Rural con una oferta INTEGRAL, PERSONALIZADA Y DE CALIDAD que genere valor añadido real y continuado a una comarca.
• INNOVACIÓN: un NUEVO MODELO que se caracterice por una competencia racional y complementaria. Una oferta con marca específica pero con trascendencia general. Una estructura global no solamente articulada en torno a la hostelería, la restauración y el patrimonio cultural. Un modelo sostenible y regenerador que escape al urbanismo salvaje y depredador.
Como decía en otro artículo, la botella no está ni medio llena, ni medio vacía, simplemente hay que diseñar otra.

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