martes, 25 de mayo de 2010

LUJO Y NECESIDAD


Mi buen y querido maestro J.K. Galbraith al que, el menos querido Milton Friedman, llamaba “el hombre ingenuo”, tuvo otro de sus momentos de lucidez cuando, en su obra La Sociedad Opulenta, dijo que, en nuestro tiempo, confundimos habitualmente lujo con necesidad.
El concepto de necesidad es una de las piedras angulares de la economía moderna. Esta palabra lo explica básicamente todo aunque sería mejor decir que lo justifica casi todo. Quizás por ello, los economistas, gentes puritanas y temerosas de la Mano Invisible, apenas hablan de necesidad y prefieren aquello de “preferencias subjetivas de un consumidor racional”. Aunque, como todo, esta estrategia tiene sus puntos débiles. ¿Acaso un moribundo niño de Darfur es un consumidor racional? No, evidentemente, no, pero todo tiene su explicación. Y es que la ciencia económica moderna nació en las civilizadas tierras escocesas por y para las gentes civilizadas. La “periferia” apenas si tenía y tiene cabida en sus cavilaciones a no ser que afecte al bienestar de las buenas gentes.
Pero no crean, el debate sobre la necesidad y el lujo superfluo siempre ha estado presente en otros círculos de conocimiento. William Morris, artista, diseñador y fundador del movimiento Arts and Crafts ya describía en la Inglaterra del XIX la maldición de un sistema capitalista obsesionado por la producción y el consumo desmedido de objetos “superfluos que luego no se sabe en qué emplear”. Quizás algunos de los más reputados diseñadores de nuestros tiempos debieran releer – si es que alguna vez lo han hecho – News from Nowhere (publicado en castellano: Noticias de ninguna parte).
Pero, si hay alguien que ejerce sobre mi una atracción maligna en esto del lujo y la necesidad, este es el bueno de Thorstein Bunde Veblen, cuyo temprano descubrimiento se lo debo también, como muchas otras cosas, a J.K. Galbraith. Veblen publicó en 1889 The Theory of the Leisure Class: an economic study of institutions – La Teoría de la Clase Ociosa, un tratado de la ironía y la mala gaita acumulada desde su nacimiento en Cato, Wisconsin. En esta joya de la literatura social, Veblen creó dos términos que luego hicieron fortuna en la sociología moderna: consumo ostensible y emulación pecuniaria. Para Veblen la motivación básica de todo hijo de vecino no es la necesidad, sino el instinto de emulación y el consumo ostensible que es su palmaria representación. Quizás el bueno de Thorstein no lo supiera, pero estaba explicando el porqué de la prensa del corazón, los programas basura de nuestra televisión que estas en los cielos y el éxito imparable de esas marcas que sin ser exclusivas, sí aseguran distinción. Con el tiempo, Veblen encontró una solución a tanto dispendio sacándose de la manga otra concepto: consumo conspicuo naturalmente limitado. La explicación no puede ser más sencilla: puedes tener toda la pasta del mundo y te pueden encantar las ostras de Arcade, pero tienes un límite fisiológico para su ingesta, más allá de esta línea te espera el colapso y, finalmente, ser objeto de consumo conspicuo por gusanos y bacterias que, si no se andan también con ojo, acabarán por palmarla de una indigestión de homo extrabagantis. El final de los días de Veblen no fue muy aleccionador que digamos, murió arruinado por un consumo conspicuo de acciones en un momento tan poco oportuno como los meses anteriores al colapso bursátil de 1929. Pero, ya se sabe, hasta los santos visitan de vez en cuando Burger King.
A estas alturas de la lectura, se estarán preguntando a cuento de qué viene tanta literatura. No se preocupen, he tomado mis medicinas. El caso es que faltan sólo tres días para el lanzamiento del iPad en España, un artilugio de dudosa utilidad, perdón, necesidad, teniendo en cuenta las exiguas prestaciones que ofrece (vieja estrategia de Jobs que siempre funciona). Y si las previsiones se cumplen, asistiremos a otra gran fiesta de consumo y emulación conspicua, confundiendo, una vez más, lujo con necesidad. Por si existe alguna duda al respecto, la Unión Europea ya ha encargado un artefacto de estos para cada eurodiputado con un monto total de 5 millones de euros que saldrán, por supuesto, de nuestras maltrechas alforjas.
Pero, no se queden con estas últimas líneas. Son anécdotas, sangrantes sin duda, pero misceláneas obligadas de tiempos oscuros. Les invito a volver a la imagen que encabeza este post, un retrato del bueno de Thorstein Veblen. El retrato de un aparente rebelde, domesticado en su basto traje coronado por una corbata de lazada dudosa y tonos neutros, denotando ausencia genética en su uso y porte. Pero, por encima de estos pequeños detalles, observen sus ojos y la expresión de sus labios. Sí, efectivamente, cachondeo irrefrenable. Mirada altiva y autosuficiente de quien se sabe en posesión de la verdad destructora. Pero, un poco más abajo, escondida entre la maraña de una barba descuidada, el comienzo de una sonrisa cómplice que amenaza con convertirse en carcajada irrefrenable. Algo así como “si ustedes supieran…”

12 comentarios:

MaS dijo...

JLMON,
aquel dijo, "he ahí la cuestión", y yo, me digo a mi misma, "¿donde? ¿donde?", ahí, ahí, será la respuesta...y es que parece ser que cuestionarse, proponerse cuestiones, pregunatarse los por qués y para qués...van a ser los meteoritos que hagan estallar este ritmo desenfrenado!
El mister, digo yo que no se sonrojó con sus propias carcajadas.
Saludos, M.

Caminante dijo...

Hola MaS
Siempre dejas esa intriga en el aire...
Bueno, de los para qués no me preocupo mucho porque siempre hay alguien o algo que te los anuncia a bombo y platillo, pero encontrar auténticos por qués ya encierra más complejidad..."he ahí la cuestión".
Cuidate

Katy dijo...

Decirte que me me he fijado más en tu nuevo look. ¡Espectacular! al menos para mi.
“cuanto mayor sea la cantidad de bienes que adquiere la gente, tanto mayor es el volumen de envoltorios que desecha y tanto mayor es la cantidad de basura que se debe eliminar"
Hasta aquí toda la razón del mundo.
¿Y que es lo necesario? ¿Lo subjetivo o lo racional?
Si todo en a vida es subjetivo y está basado en nuestra experiencia que depende del ambiente y de la sociedad que me las crea.
Un tema para debatir, horas y dias..
Pero a pesar de los pesares hay que seguir creyendo en utopías
Un abrazo

Caminante dijo...

Hola Katy
Gracias por lo del look, un poco retro, pero bueno...
El truco está en lo de subjetivo y racional efectivamente, por eso es una definición "económica" ja-ja
Cuidate

Anónimo dijo...

El título ya era prometedor, pero la história es fabulosa. Me encantó.
Un abrazo
JMPazos

Caminante dijo...

Hola Jose Manuel
Gracias por la visita y el comentario de un maestro.
Un abrazo

Fernando López dijo...

Hola José Luis:

Historias como estas nos recuerdan lo que somos y nos dicen que no tenemos remedio. Como dice MaS creo que al final se sonrojó con sus propias carcajadas.

Lo del Ipad, otra más que nos cuelan porque queremos. Y es que hay gente como el señor Jobs que se las sabe todas.
Un abrazo

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

¡Bravo! ¡Braaavooo!
En cuanto he pasado la de Galbraith del principio me he despistado un poco, pero llegando al final he vuelto a enganchar.
Para un admirador de Galbraith no se podía esperar menos.
Genial.
Un abrazo.

Unknown dijo...

Me ha encantado y, además, "servido".
Eskerrik asko
Un abrazo

Caminante dijo...

Hola Fernando
Gracias por la visita. Sí, Jobs se lñas sabe todas...yo soy de los del Mac, pero hay cosas...
Cuidate

Caminante dijo...

Hola Javier
Gracias.
Galbraith tiene ese algo humanista que le diferencia, verdad?
Un abrazo

Caminante dijo...

Hola Oscar
Gracias por pasarte, me alegro que te haya gustado.
Un abrazo

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