miércoles, 13 de octubre de 2010
COMPETITIVIDAD Y PERSONAS
Hacía mucho tiempo que no se hablaba tanto de “competitividad” en este país, pese a que nunca ha sido uno de sus puntos fuertes. La competitividad, para aquellos que no estén acostumbrados a la terminología, consiste en mantener una ventaja comparativa que permita alcanzar, mantener o acrecentar una ventaja en el entorno socioeconómico. Esta ventaja puede asegurarse actuando sobre los costes, diferenciándose en el producto o inclinándose a una segmentación en el mercado. Hasta aquí, lo mínimo que se puede decir de la teoría.
A partir de aquí, hablar de la “competitividad de España” es ciertamente complejo. Para empezar ni todas las regiones son iguales, ni todas las empresas mantienen, pretenden o pueden plantearse niveles de competitividad aceptables. Alguien pensará que me olvidado de los sectores productivos a la hora de establecer diferencias cualitativas en lo referente a las oportunidades de competitividad. Pero, a poco que examinemos nuestro parque empresarial, observaremos que contamos con corporaciones que se sitúan en puestos de cabeza en sectores aparentemente inalcanzables para nosotros. En consecuencia, no es posible ni deseable generar una estrategia global para el desarrollo de nuestro nivel de competitividad. Aquello que puede ser valido para Galicia, no tiene porque funcionar en Cádiz. Pero una cosa es cierta: necesitamos un plan a medio y largo plazo. El problema de partida es que ese tipo de espacios temporales son indeseables para un político con aspiraciones.
Aunque se puede decir y discutir mucho sobre los pretendidos factores de competitividad, rara vez se incide y, menos aún, se destaca como esencial el papel de las personas. Podremos contar con recursos financieros, tecnológicos, geoestratégicos y hasta con un poco de suerte, pero sin las personas, es dudoso que consigamos mejorar nuestros actuales niveles competitivos.
De partida, aunque nos duela admitirlo, constatamos serias deficiencias y carencias en relación con la capacidad de las personas para convertirse en el motor de competitividad de este país:
A) El bajo nivel de cualificación profesional de, al menos, una tercera parte de las personas en situación de desempleo. Hace algunas semanas, un consejero autonómico del ramo me confesaba que en torno a un millón de los actuales parados tienen bajas posibilidades de reintegrarse a una actividad profesional. Esta cifra, aunque sea exagerada, escapa incluso al miltoniano concepto de “tasa natural” o, si prefieren llamenla NAIRU – non accelerating rateo of unemployement. Algo a lo que los norteamericanos están “naturalmente acostumbrados”.
B) La inexistencia en los curriculums educativos de estrategias para el desarrollo de capacidades y competencias ligadas al emprendimiento, la Inteligencia Estratégica y Creativa, más allá de los contenidos específicos de las distintas disciplinas. Una educación que debe ser temprana y comprensiva sin esperar a los filtros de las etapas educativas superiores. Las personas, son las personas en su conjunto y no sólo quienes pueden portar una titulación superior.
C) La baja penetración de los conceptos de emprendimiento, gestión del conocimiento, etcétera en las clases empresariales de este país centradas en el corto plazo y la productividad en su acepción más simplista. La productividad no es necesariamente signo de competitividad.
D) La decimonónica concepción de la gestión de las personas en la empresa, reflejo de la necesidad inmediata de una revolución profunda de los conocidos hasta ahora como “recursos humanos”.
E) La ausencia de un marco de valores compartidos que, se quiera o no, tiene un amplio reflejo en la concepción que las personas tienen de su trabajo, por qué, para qué y cómo trabajo. En los últimos diez años, hemos fomentado la ecuación trabajo- dinero= placer. Y esta es una carencia que no podemos remitir a la “escuela” para su solución como si de una campaña de la DGT se tratase. Más bien al contrario, es una responsabilidad del conjunto de la sociedad.
La conclusión, una vez más, es siempre la misma: NECESITAMOS UN PLAN.
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11 comentarios:
Hola JLMON:
Como diría aquel, me alegro de que hables sobre este tema. Ayer no más, en un sobremesa después de una comida copiosa salió el tema de la competitividad asociada a personas exclusivamente y llegamos a conclusiones extremas y nada alentadoras. La cuestión de fondo es si el hombre es bueno o malo por naturaleza aplicándolo en ese caso a la predisposiciòn o no a la competitividad. La conclusión es que somos más competitivos cuanto menos seguridades legales y sociales tenemos, lo cual no deja de ser cierto.
Uno que estaba allí hasta llegó a promover el despido instantáneo de todos los trabajadores de este país, su paso automático a autónomos y que todos, sin excepción, pasaran por el departamento de RR.HH. a renegociar su contrato como herramienta de fomento de la competividad.
Es radical, pero hay algo de cierto.
Un abrazo.
Hola Josep
Sí es un tema complicado porque cuando hablamos de personas entramos en el reino emocional y, ya se sabe....Algunos dicen que se actua por necesidad y, en parte es cierto, pero creo que el habito es necesario junto a buenas dosis de reto, riesgo, proyecto en común....En fin, cosas que, hoy por hoy, suenan a marcianos en muchas empresas españolas.
CUidate
Pues creo que con lo que señalas tendríamos para elaborar no un plan, sino media docena. Es difícil decir por dónde se debería empezar, porque todos y cada uno de los puntos que enumeras son esenciales para darle un empujoncito a la competitividad hispana. Pero el tema de los valores y de la responsabilidad de la sociedad que mencionas al final es clave. Lo que pasa es que cambiar eso lleva tiempo y, ahora que estamos ya con el agua al cuello, tiempo es quizás lo que más nos falta.
Un abrazo,
Bueno José Luis de tu artículo que leí con sumo interés porque de economia se lo justo. Que tengo dos economistas en casa, que entiendo que pintan bastos, y de que necesitamos un plan seguro pero para todo. O sea falta gente con empuje y conocimiento, porque lo que la buena voluntad no basta.
Así que te dejo un cariñoso abrazo
Hola a José Luis:
Me gusta lo que apuntas de que productividad no es competitividad. Yo no sé a ciencia cierta si es un problema como dice Josep de que la predisposición tenga que ver con las seguridades. Para mi, y cito algo que comentaste tu hace tiempo (o parecido) todo depende de las personas y hay algunas competitivas y otras que no lo son ni lo serán nunca. Lo malo que de las primeras hay menos y de las otras cada día más.
Por eso, se necesita un plan que arregle los cinco puntos que citas, pero me da que esa visión tuya no es compartida por quien podría llevarlo a cabo. Es decir, Gobiernos, empresas y trabajadores.
En fin...
Un abrazo
Hola Astrid
Ya, esto es como las casas con un mal mantenimiento, al final, goteras por todas las esquinas, pero por algún sitio habrá que empezar.
Cuidate
Gracias por la visita Katy
Puff! Dos economistas son muchos, eh!!!
Cuidate
Hola Fernando
Pues sí, en esto como en todo hay sus más y sus menos, gente que no hace falta decirle nada y gente que necesita coaching personal a cada segundo. Pero nuestros fallos, ya ves, son estructurales más que otra cosa.
Cuidate
Hola Jose Luis:
Y yo añadiría que "un plan a largo plazo", porque superar todos los obstáculos que has planteado (y que comparto como ciertos) no va a ser nada fácil.
Pero bueno, sin plan también llegaremos... a alguna parte. Y como no tenemos plazo, pues no hay problema.
Un abrazo.
El principal problema de la falta de competitividad de España se reduce, desde mi punto de vista, a la falta de la promoción de la "excelencia".
Y es que la igualdad, se mire como se mire, es la mayor de las desigualdades.
Me explico. En la actualidad en nuestros colegios e institutos se va al ritmo del más lento. Alguien que sobresalga -por estudiar o inteligencia- está "obligado" a quedarse atrás y sin poder desarrollar su potencial.
Recordemos que, una vez descartados temas como suspensos y repeticiones de cursos -no vaya a ser que el chaval quede traumatizado- el profesor no tiene otra opción más que ir al ritmo del más lento.
Y esto es lo que se está premiando, la mediocridad y el cortoplacismo. Y es que no sólo no se fomenta la excelencia sino que, encima, está mal vista.
Juntemos esto con la falta de valores y de educación en casa. ¿Qué sacamos? Una gente que termina el instituto y que no sabe "hacer la o con un canuto" y que piensa que tiene el derecho a que un empresa le contrate y le pague un sueldo "porque si".
Es lógico, hasta ese punto todo se lo han dado servido: el título de ESO, las pelas para el fin de semana, la moto...
Y es que si algo nos tiene que espantar es ese (creo recordar) 11% de gente entre 16 y 30 años que ni estudia ni nunca ha trabajado. Eso si que da miedo.
Coyote
Te has explayado bien y explicado mejor, pero no perdamos la esperanza.
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