miércoles, 27 de octubre de 2010

TRABAJAR MÁS Y COBRAR MENOS


Siempre ha sido frecuente la confusión entre genio e ingenio aunque quienes atesoran lo primero, casi siempre dan muestras de lo segundo, pero rara vez se produce a la inversa. Gerardo Díaz Ferrán que, en breve, pasará a las brumas de la historia empresarial, nos dio muestras de lo segundo hace ya algunas semanas cuando se arranco por soleares con aquello de “hay que trabajar más y cobrar menos”, aserto que no le permitirá entrar en el panteón de los grandes pensadores de la ciencia económica, pero que, al menos, le permitió compartir titulares con la princesa del pueblo cuyo nombre y apellido me niego a recitar en estas líneas.
Trabajar más y cobrar menos puede ser un consejo, gratuito por supuesto, para aquellos que inician su andadura laboral. ¿Recuerdan aquello de “entrar el primero, salir el último y exhibir siempre una gran sonrisa”? Personalmente, seguí aquel consejo y me ha ido tan bien que, aún hoy en día, lo practico. Pero lo que me ocupa que no preocupa en estas líneas es la afirmación cada vez más real de “trabaja más y paga lo mismo”. Este sí que es un pensamiento que se merece un espacio en la galería de frases celebérrimas de la ciencia económica. El problema es que no sabríamos a quién atribuírselo ante el ingente número de candidatos a tan merecido reconocimiento. Pero el hecho comprobado es que cada vez trabajamos más para pagar lo mismo. Y, todo ello, bajo el peregrino argumento de la compra inteligente, el comprador sabio, el servicio rápido, el sano compadreo con el cliente, la razón de los tiempos modernos o incluso la revolucionaria innovación en el modelo de negocio.
Si por la razón que sea decidimos adentrarnos en un establecimiento de comida rápida, tengan por seguro que podremos contar a nuestros nietos que trabajábamos altruistamente en el gremio de la restauración. Pero, si el objetivo es acumular experiencias profesionales “por amor al arte”, no se preocupen, las gasolineras, las grandes superficies, las aseguradoras, las aerolíneas de bajo coste, los bancos y muchos otros más están dispuestos a ofrecernos esa oportunidad. Hasta los chinos han descubierto la bondad del invento.
Ya saben de qué hablo y sabrán también que el razonamiento para este ejercicio de ETT es el de ofrecer un producto asequible o incluso barato a cambio de nuestra colaboración en la cadena de valor. Sin embargo, a uno le asalta una duda trascendental, a saber: si contribuimos con nuestro esfuerzo desinteresado a la generación y venta de un producto, los costes se verán reducidos sensiblemente sin que ello tuviera que repercutir necesariamente en un incremento de las ganancias, sino más bien, en todo caso, en un incremento de la calidad del producto o servicio. Explicado en términos del doctor Aspirino: un objeto tiene un coste de cien y lo vendemos por ciento veinte , pero si implicamos al consumidor para que asuma ciertas cargas productivas, podremos reducir el coste a noventa y el precio final a ciento diez, pero todo ello sin merma de la calidad. Todo lo que escape a este razonamiento no debiera ser alabado, al menos por el sufrido consumidor, como la demostración del genio empresarial, sino más bien como derroche de ingenio rozando la tropelía.
Fíjense, sin ir más lejos, en la multitud de puestos de trabajo que podríamos generar de la noche a la mañana si, por un tiempo, retornáramos a una relación “más artesanal” con el cliente. Y, todo ello, sin merma del precio objetivo del producto en cuestión. Eso sí sería “trabajar más y generar más”.

7 comentarios:

Katy dijo...

La verdad es que las cosas tienen difícil solución. Hoy una amiga jóven que trabaja en una empresa particular, su jefe les va a bajar un 5% el sueldo. A cambio les permitirá dos dias en semana salir a las 3 en vez de las 5:30.
Asi es que yo ya dimito hasta de darle vueltas y razonar. Cada vez entiendo menos de nada. Hay casos de todos los colores, gustos y edades. Y todos se quejan. Sea sector privado o público.
Un abrazo

Fernando López dijo...

Hola José Luis:

Brillante, ahora bien, estando de acuerdo con lo que comentas, sólo le pongo un pero. "el sufrido consumidor" pasa de la artesanía. bien porque no puede pagarla , bien porque solo valora su trabajo, pero no el de los demás. Lo de trabajar más y cobrar menos creo que lo hacen quienes nos venden las cosas y se están haciendo con el control, hasta que se rebelen.
Un abrazo

Caminante dijo...

Kathy
Es el sino de estos tiempos y creo que aún queda más por llegar, las previsiones hablan de 2015 al menos para empezar a recuperar empleo.
Cuidate

Caminante dijo...

Fernando
Evidentemente con esa ecuación alguien gana, de eso no cabe la menor duda.
Cuidate

Javier Rodríguez Albuquerque dijo...

Hola Jose Luis:
Por un momento me ha parecido detectar en mi rostro una mueca similar a una sonrisa. Lo que observo es que tienes más razón que un santo, pero el sistema no está para tonterías.
Decía Arguiñano hace unos años que él no iba a las gasolineras de autoservicio ya que le costaba lo mismo y estaba reduciendo un puesto de trabajo. Es cierto, pero sin entrar en detalles, que no es lo propio en este espacio, el sistema ya sabe montárselo para que traguemos sin apenas percibirlo. Total que el supositorio, como siempre, sin vaselina, incluso en ocasiones, con lija.
Un abrazo.

MaS dijo...

Querido JLMON,
pues únele a esta hermosa cita (TRABAJAR MÁS Y COBRAR MENOS)(es decir, al contenido de todo lo que tú tan bien has desarrollado), esa otra que muchos se atreven a pronunciar sonriendo: LAS PERSONAS EN EL CENTRO DE LAS ORGANIZACIONES.
Éramos pocos y parió la abuela.
Saludos, y a cuidarse.
M.

Josep Julián dijo...

Hola JLMON:
El señor IKEA dio con la piedra filosofal en cuanto a eso de implicar a los consumidores en la cadena de servicio. No le ha ido mal y además ha llenado sus establecimientos de bio/eco/consumidores de esos que ponen a parir a Nike por ussr niños en sus fábricas sin preguntarse dónde y cómo se producen esas funcionales lámparas de mimbre que se venden en IKEA. Genial vuelta de tuerca.

De todas formas al inclito Díaz Ferrán seguro que se le ha entendido mal. Digo yo que ese mensaje iba dirigido a las cadenas de hoteles que trabajaban con Marsans ¿no?
Un abrazo.

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