martes, 2 de febrero de 2010

NECESITAMOS UN PLAN Y UN LIDER


¿Recuerdan aquel viejo dicho? ,“todo lo que sube, baja”.
Desde el punto de vista de la Física, el dicho sería más bien: todo lo que sube, baja, pero más lentamente. Desde el punto de vista de la Economía, esto no llegaría más allá del calificativo de falacia. Y, en términos de práctica política, el dicho se cambiaría por aquel otro de “Todo lo que sube parece que baja, pero no crean, es tan sólo aparente, en realidad habrá un repunte a corto plazo”.
Sea como fuere, algunos pesimistas mal informados insisten en que este país subió y ahora le toca bajar hasta los infiernos. Los optimistas mal informados, encabezados por el Presidente del Gobierno, insisten en que todo lo que sube vuelve a subir con más fuerza. Personalmente, prefiero quedarme con aquello de todo lo que sube baja, pero no necesariamente se hunde.
Cualquier esforzado alpinista sabe que, una vez coronado un tres mil, puedes empezar a pensar en un cinco mil sin bajar necesariamente a nivel del mar. A no ser que pretendas hacer una trampa creativa tendiendo un cable de un pico a otro o te sirvas de los polvos mágicos de la abuela. En otras palabras, lo que no vale son trampas o si prefieren una descripción más bondadosa: ingeniosas ingenuidades.
El denominado “milagro español” ha estado surtido de rinconetes y cortadillos que han interpretado la teoría neoclásica de ventaja competitiva al pie de la letra, aderezada con un salpicón de oportunismo y un toque de soberbia ancestral. Ahora toca tragar el bizcocho, duro como el granito. Va a costar digerirlo porque los cocineros han sido malos de solemnidad, cocinillas de rancho cuartelario.
Mientras media Europa está con la mosca detrás de la oreja ante el oscuro futuro de la economía española, justo cuando Grecia se hunde, acabamos de conocer los datos del paro y, como no podía ser de otra manera, hemos superado la fatídica barrera de los cuatro millones, confirmando así que estamos en un ciclo infernal del que resulta difícil escapar a corto plazo.
La lógica dice que es el momento de los lideres, pero la realidad afirma que nunca antes habíamos estado tan carentes de ellos. El señor Zapatero es un político más, sin más y poco podremos esperar por ese lado. Aunque siempre se agradecería un poco más de humildad, sinceridad y menos improvisación y rectificación a la ocurrencia ingeniosa. No basta con tener ideas, buenas o malas. Hay que ser capaz de hacerlas realidad con constancia, perseverancia y credibilidad, algo, esto último, que hace tiempo ha perdido el Presidente y sus subordinados.
En este país, todos, absolutamente todos somos conscientes en mayor o menor grado de lo que está ocurriendo pese a estar viviendo la fase del miedo que todo lo paraliza, imponiendo un silencio resignado. De igual forma, la gran mayoría somos conscientes de la necesidad de afrontar sacrificios y estamos dispuestos a ellos, pero es necesario que alguien diga en qué consisten y por qué y para qué debemos asumirlos. En una palabra, necesitamos un plan y un liderazgo.
Un plan a corto plazo que tenga como objetivo frenar la escalada del desempleo y no tan sólo confortar a los que desgraciadamente pasan la semana al sol. Un plan a corto plazo que ponga límite a un endeudamiento que siembra la desconfianza en nuestros acreedores presentes o potenciales. Pero también, y más importante aún, un plan a largo plazo que se resume en dar respuesta a una serie de cuestiones concretas: ¿qué queremos ser? ¿cómo podemos llegar a serlo?
Pero necesitamos también un liderazgo que comunique el plan, busque adhesiones y lo impulse con la fuerza que confiere la firme creencia del líder y su credibilidad.
Efectivamente, debemos cambiar de modelo. Pasar de la tasca de barrio, sol y sombra, farias y subastado a la nouvelle cuisine. Pero, seguramente la volveremos a armar a corto plazo, empeñados en meter en una copa de anís del mono una deconstrucción de tortilla de patatas y, claro, pretender cobrar cien napos por el sublime acto innovador.
No hay duda. Hemos escalado un dos mil y, al llegar a la cumbre nos hemos tirado más fotos que Ava Gardner en Las Ventas. Por si fuera poco, hemos tenido que sufrir a los optimistas mal informados que pretendían convertir el collado en el K2, nueva ruta y sin oxigeno. A trancas y barrancas hemos conseguido descender hasta el valle. Tenemos bastantes contusionados, pero aquí estamos. Listos para comenzar de nuevo.
¿Cuándo empezamos?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

QUÉ MIEDO

Josep Julián dijo...

Hola JLMON:
Estas reflexiones que haces también me las hago yo y muchos otros. Acabo de dejar un comentario en un blog amigo que cuenta esto mismo pero con ejemplos más simples y de "a pie de calle".
Tenemos no sólo una crisis económica, sino también de valores y referencias y además de esas, una clase política que parece haber bebido más de la beautiful people de la época de Mariano Rubio y Mario Conde que de otro lado, de casi cualquier otro lado.
Nos encontramos en un momento en que todas las alternativas políticas son igualmente malas y en esas condiciones lo que suele aparecer son los salva patrias. Me pregunto que estará pasando por la cabeza de Joan Laporta y algunos otros visionarios y me acongojo sólo con pensarlo.
Un abrazo.

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