miércoles, 27 de mayo de 2009

LO PÈQUEÑO ES BELLO - SMALL IS BEAUTIFUL


Ayer tuve unas cuantas horas de espera en el Prat de BCN, no tantas como algunos aficionados del Barça que esperaban ansiosos llegar a Roma. Los aeropuertos, como el coche o el tren, son uno de mis “pensatorios” preferidos. No sé exactamente como lo consigo, pero me pierdo en mis pensamientos más allá del sordo rumor del lugar. En estas estaba ayer, dándole una vuelta a las vueltas que damos a las cosas en nuestros continuos intentos de dominarlas, eso que los humanos llamamos Ciencia.
Ayer, en concreto, le daba vueltas a las vueltas que le damos a esto de la Innovación. Hemos llegado a tal grado de especificación que va a acabar siendo imprescindible llevar un vademécum debajo del brazo cada vez que visitemos a un cliente.
¿Decía usted que le duele…? Veamos, lo suyo es una baja competitividad en mercados maduros, quizás complicada por un periodo de PVC demasiado dilatado. En fin, vamos a aplicarle un tratamiento intensivo de innovación de ampliación de línea aunque de forma preventiva iniciaremos también un proceso de innovación por adquisición. Ya verá usted como nota la mejoría. ¡Hay que cuidarse que no tiene uno veinte años!
No digo que tantos tecnicismos sean perjudiciales para la salud emprendedora de una organización. Pero, en ocasiones, nos impiden descender a la esencia del fenómeno que no es otra cosa que la naturaleza humana, sus motivaciones, aspiraciones, necesidades y hasta intuiciones. Cuando explico a un cliente los quince posibles tipos de innovación que puede desarrollar, me aborda inmediatamente una sensación desagradable, estoy alejándome del problema. Sin embargo, también es cierto que muchos responsables de RRHH, Calidad, Innovación o simplemente Consejeros es lo que esperan escuchar. Las “simplezas de la vida” llegarán después aunque, no lo duden, siempre acaban por llegar, porque es la esencia del problema. Por cierto, lo de los quince posibles tipos de innovación es cosecha propia. Hay quienes manejan treinta o cuarenta variantes.
Cuando me asaltan este tipo de pensamientos, siempre acabo recordando a Shumacher y, nada más llegar a casa, busco mí manoseado ejemplar de bolsillo de Lo pequeño es bello y me quedo un poco más tranquilo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Schumacher siempre apacigua
Joaquim

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