domingo, 17 de mayo de 2009

SEÑOR PRESIDENTE, USTED NUNCA PASARÁ A LA HISTORIA


La generación de nuevos escenarios como consecuencia del desarrollo de innovaciones disruptivas de profundo calado siempre resulta una tarea compleja que necesita de grandes desarrollos, basados en la investigación y el concurso de múltiples líneas tecnológicas. Pero la aparición de un nuevo escenario no es la solución global a la crisis ya que, por sí solo, resulta incapaz de transformar todo un sistema.
Este razonamiento es más que evidente para quienes se afanan en buscar alternativas de solución a la situación actual. Una transformación en términos de innovación radical, ni es previsible en estos momentos, aunque sí parece anunciarse en los próximos quince años como consecuencia de una confluencia de cambios basados en nuestras bases energéticas, ni tampoco vendría a solucionar nuestros problemas. Los sistemas económicos no los crean los pensadores profundos, menos aún los gobiernos dotados de líderes carismáticos, sino todo un concurso de circunstancias que acostumbran a tener por protagonistas a las personas en minúscula.
Esta segunda argumentación, podría parecer que carga de razón a las últimas decisiones adoptadas por el Gobierno con el Presidente Zapatero a la cabeza. Pero nada más allá de la realidad. España, como es bien sabido, vive dos circunstancias adversas que se desarrollan de forma paralela. Por un lado, comparte con el resto del planeta la situación de recesión y agonía de un modelo. Pero, por otro lado, debe afrontar el final de su modelo particular de crecimiento. Ambas circunstancias, confluyen en el tiempo otorgándonos el dudoso privilegio de estar en posiciones de cabeza en la mayor parte de los índices no deseados de econometría.
En otras palabras, debemos persistir en la resistencia global, mientras se gestan los grandes y auténticos cambios que conducirán a nuevos escenarios. Pero, mientras tanto, es indispensable abandonar, de una vez por todas, nuestro modelo estructural sin malgastar ni un solo céntimo más en su preservación. La innovación disruptiva a nivel global ya está en marcha, pero necesita tiempo y paciencia. Pero nuestra innovación particular, basada en la gestación de nuevas plataformas y fuentes de valor, alineadas con la dirección general que apunta hacia los nuevos escenarios, continua durmiendo en el limbo de los justos. El último paquete de medidas anti crisis presentado por Zapatero al amparo del enfrentamiento dialectico sobre el “estado de la Nación”, no son otra cosa que un combinado de populismo electoralista y reafirmación en la creencia de que el viejo modelo puede continuar siendo válido.
Todo ello, puede interpretarse en términos de impotencia o de simple parálisis ante la amenaza. Pero también existe una tercera explicación, más realista si cabe: miedo a la pérdida de poder, miedo a ser impopular.
La vocación de un político debe ser la búsqueda del bien común a través del ejercicio del poder delegado. Esta es la auténtica esencia del posibilismo que debe caracterizar a la función pública. Pero, hoy por hoy, es dudoso que nuestros políticos puedan reclamar tal responsabilidad porque, entre otras cosas, carecen de conciencia de clase que diría Herr Marx. En todo caso, exhiben, en su gran mayoría, una profunda conciencia de tribu basada en una moral de subsistencia, si no en el poder, sí al menos en la dinámica que surge en torno al mismo.
Señor Zapatero, usted nunca pasará a la historia de su partido y menos aún a la de España como el líder que se enfrentó a la crisis estructural y consiguió iniciarnos en la nueva ruta. Y no lo hará porque carece de valor. Ese valor para adoptar medidas necesarias, pero totalmente impopulares. Ese valor que sólo los auténticos políticos profesionales, por vocación y sacrificio, poseen. Pero no desfallezca, el resto de supuestos políticos haría exactamente lo mismo que usted: mantenerse en el poder bajo cualquier circunstancia. Es un triste consuelo, pero, si en algo atenúa su mala conciencia, puedo decirle que tenemos los políticos que nos merecemos. Ni más, ni menos, luego, es posible después de todo, que pueda mantenerse una legislatura más como presidente de un país que se deja llevar, sin más.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué fuerte! Pero que cierto.

Anónimo dijo...

Como se suele decir en estos casos, criticar desde la seguridad de la barrera es fácil. Quisiera verte en el ruedo.
Un creyente socialista

Anónimo dijo...

yo más bien diría que es un análisis, reflexión y conclusión, sin más maldad.
Lorenzo

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